El encanto de los vinos dulces de Bordeaux


Al pensar en Burdeos pensamos más en vinos tintos que blancos y rosados, pero una buena parte del prestigio de esta región se debe a sus vinos blancos dulces. Una de las apelaciones (zonas protegidas) más reconocidas es la de Sauternes,
 
seguida por Barsac y Cérons. En estas zonas, la uva más importante es Sémillon, capaz de aportar, según dicen, hasta 20 características diferentes de aroma, sabor y color.
 
 En mi visita a Château Piada, uno de los muchos viñedos de Sauternes, la familia Lalande me reveló los secretos de estos caldos tan especiales. La culpa de todo es del "botrytis" o "noble rot", un hongo que ataca a la uva, y del que los bordeleses han sabido sacar buena ventaja. Ya te explico!

En esta zona, la proximidad del río Garonne crea un microclima que favorece el crecimiento del "botrytis". Este hongo ataca a la uva cuando está muy madura. Por eso, para recogerla hay que esperar a que el hongo la ataque y por eso la vendimia se hace de dos a tres meses después que el resto de uvas. Como no todas las uvas Sémillon están listas al mismo tiempo, se recogen en varios turnos manualmente una a una para seleccionar solo las perfectamente maduras y afectadas por el hongo. El hongo hace que la uva se deshidrate, concentrando sus azúcares y sus sabores para darle una complejidad única y un sabor inimitable al vino.
 

De este proceso natural se obtiene un vino de un dorado intenso, que aporta acidez, aromas de flores, frutas y, sobre todo, un alto contenido en azúcar. El resultado de tanto mimo y paciencia es un equilibrio inmejorable, entre dulzura y acidez, que permite que se pueda envejecer bien en barrica incluso hasta 15 años.

Aunque hay botellas 100% de uva Sémillon, estos vinos también guardan la tradición de Burdeos de ensamblar varias cepas en una misma botella. Se suele usar no más de un 10% de Sauvignon Blanc y/o Muscadelle. La primera aporta notas más minerales, frescas y cítricas, mientras que Muscadelle provee tonos más florales.

Tómalo frio, a 45-50 F, poniéndolo unas dos-tres horas en la nevera. Sirve menos de la mitad de lo que servirías para un vino tinto y disfrútalo en pequeños sorbos. Después de abierto aguanta bien en la nevera unas dos semanas.

En general son ideales para maridar con postres, quesos o frutas. Cuando no son muy dulces se pueden servir también como cordial. Sea como sea, disfrutarás de un vino elegante, cremoso y sobre todo dulce. Recuerda siempre que cada botella es única, y merece que pruebes varias para que reconozcas tus gustos. Siempre los habrá más minerales, más frutales, más florales y más o menos dulces y con gran variedad de notas como la canela, el higo, la naranja, la nectarina, la nuez, el coco, la piña o la manzana.

Cuando han pasado entre 10 y 15 años de envejecimiento, su color pasa a oro viejo, a veces con toques de naranja, pierde algo de su dulzura y desarrolla aromas a cáscara de naranja, miel y caramelo. Hay quien dice que este es el mejor momento para probar un Sauternes.
 

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