A 30 minutos del centro de la ciudad de Burdeos, la región de vinos más importante del mundo, se encuentra Château Fonchereau. Una bodega única, ya que Alfredo Ruiz, su propietario, es nacido en Sinaloa, México,
siendo así el único viticultor latinoamericano de toda Europa.
“Las viñas tienen un imán que no tiene ningún otro tipo de producto en el mundo de la agricultura. Producir vinos, más que una fórmula, guarda un mensaje de calidez e integración que los latinoamericanos ofrecemos”, me cuenta con emoción Alfredo, en su histórico château del siglo XV, en el corazón de Entre deux Mers en la prestigiosa zona vinícola de Bordeaux en Francia.
En el 2006, a su vuelta de unas vacaciones en las que visitó este château, la dueña le ofreció a Alfredo venderle su viñedo. Poco tiempo después, convertido en propietario, se mudó con su esposa y dos hijos de Sinaloa directo a Francia para entregarse a la pasión heredada de su padre. “Al principio me decían que sería difícil para los franceses aceptar un mexicano, pero la verdad todos han sido inmensamente hospitalarios”, la gente aquí es muy cálida como nosotros”, cuenta Alfredo.
Al llegar, me abrió las puertas como un amigo de siempre y me describió su vida como “todo mucho”, queriendo decir intensa en todos los aspectos. Por ello decidió que si se entregaba a este mundo tendría que hacerlo en la mejor zona vinícola del mundo. Incluso aún le cuesta creer que hoy sus vecinos sean los château de los afamados vinos que de pequeño su padre servía en casa.
“He entendido que la viticultura necesita paciencia y amor, que es como un hijo que tienes cada año y que aún después de nacido hay que seguir cuidando y más en Burdeos, donde el potencial de guarda de un vino es tan amplio. Aquí hay un enorme pasado histórico que respetar, he aprendido las viñas poco a poco y aún sigo aprendiendo”, comenta Alfredo.
Chateau Foncherau pertenece a la apelación de Bordeaux y Bordeaux Superior. Sus 250 mil botellas anuales se venden en Estados Unidos, México, Japón, España, Inglaterra y Bélgica, entre otros. La especialidad de la casa es el vino tinto, el 80% de su producción. Un fantástico ensamblaje de uva como se practica típicamente en esta zona: 70% Merlot, 20% Cabernet Franc y 10% Cabernet Sauvignon. El otro 20% de su producción está dedicada a un delicado y afrutado vino rosado que me enamoró y un fresco, seco y ligero vino blanco con uva 100% Semillon que ordena cada año el mundialmente reconocido chef francés Alain Ducasse. Los vinos fluctúan entre $15 y $30 y cada año son reconocidos con medallas de oro en prestigiosas catas alrededor del mundo. Su ambiciosa meta es convertirse en uno de los mejores vinos de Bordeaux, pero sin olvidar nunca sus raíces y tradiciones latinas.